Tengo ganas de quedarme dormido abrazandote y con mi pierna en tu espalda. Comprendo esas ganas que son de esas que me guardan por las noches en el olor de tu cuello. No quiero decirte nada que ya haya dicho, quiero acordarme de lo facil que es hablar y hablar y hablar y hablar y hablar sin decir nada. Y nos acómodamos en aquel rincón donde existe un silencio que besa y que muerde, en donde apenas cabe un hilo de luz y nos mira. Y te miro, y me apego al calor de tus caricias. Te puedes quedar todo lo que quieras... pero siempre ten en cuenta que, nunca he sido un destino, siempre el paradero del camino que te llava a donde sea que estes yendo ahora mismo. Se ha dormido la lluvia allá afuera. Acá adentro queda la tinta y las teclas, tu colchón alborotado y tu rostro concentrado. Se retuerce el frío en la acera y acá adentro nos queda un tiempo invertido que se duerme en la escalera. Llueveme tu, entonces. Con todas las ganas. Deshazme en tu boca cada centimetro. Para dormir tempra