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Coincidencias (parte 4)

Laura miraba las lanchas desde una banca, a unos 20 metros de la playa, conmemoraba así un año de haber conocido a quien le enseño que las oportunidades se toman en el instante que se presentan y que había que arriesgarse por ellas, y a veces, incluso, sacrificar algo. Cuando vio llegar a una persona a sentarse en la misma roca que lo había hecho Jacob, se sintió un poco molesta, como si el hombre que se sentaba ahí estuviera usurpando un sitio que no le pertenecía, y a la vez ultrajando un recuerdo. Pensó que seria bueno hablar con el y pedirle que se retirara, pero la idea le pareció ridícula. El hecho de que tuviera una libreta de notas fue una coincidencia hermosa, pero perturbadora. "¿Y si es el?" -Pensó-. "No, no puede ser... es mas delgado y no tiene barba, su cabello es diferente. No tiene lentes, tiene mas canas y su cuaderno es mas grande. No, no puede ser el".
Se fue del lugar sin volver a dudar si la persona que había visto era la que buscaba, a la que festejaba esa noche. Era imposible.

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Con el pasar del tiempo, Jacob volvió a estar solo, tenia una relación relativamente estable, aunque demasiado abierta y sin un titulo. Casi había olvidado las ilusiones que le había regalado Laura, mas no a ella. Un año después de la primera vez que la vio, volvió de vacaciones al mismo lugar y se sentó -de nuevo solo y con un par de cervezas- a observar las lanchas flotando en el horizonte y a esperar que la vida le regalara la coincidencia de verla de lejos y alcanzarla para decirle que todo marchaba, que su vida le daba lo suficiente para ser feliz, vivir decentemente y vacacionar un par de veces al año. Luego de haber bebido las cervezas, comenzó a escribir.

Agosto, 2000
Laura:
Se que escribir una carta a estas alturas es un tanto raro, se que tal vez nunca leas esto, que ya es tarde. A este punto no debes ni recordarme; no lo reprocho, lo entiendo totalmente porque yo tampoco lo hago. Imagino que habrás arreglado las cosas como yo, y ahora seras muy feliz con tu novio. A veces me imagino que habría pasado si esa tarde no te hubieras ido, y es curioso, ¿sabes? Tal vez yo seguiría viviendo aquí y esto no serian unas vacaciones y mi departamento estaría ocupado por tus sabanas y tus sabanas por mi cuerpo y mi cuerpo por tus manos. Seguro que te has casado ya, ha pasado un año y habrás dejado atrás las heridas con ayuda de tu pareja, que apuesto a que habrá hecho un gran esfuerzo para demostrarte que lo que hizo fue un error.
He visto esto suceder en mi vida, lo que se podrían considerar ya demasiadas veces; ya sabes, lo de convivir con alguien por algún tiempo y encariñarme y empezar a imaginar cosas como que pude haber tenido una mujer en este pueblo, conseguir un trabajo decente y mantener un estilo de vida que permitiera que viajáramos a ver a mi familia a la ciudad algunas veces al año. En algún momento de la vida las razones y el porque desaparecen y lo único que importa es el sentimiento, el momento... si yo hubiera entendido eso al conocerte, la historia seria otra.
Se con certeza que alguna vez te volveré a encontrar, espero que, contrario a lo que pienso, no sea demasiado tarde. Volví a fumar. No como antes, pero si lo hago regularmente. Bebo muy poco ya. No voy a fiestas, un bar ocasional con los amigos y la que se podría considerar como mi mujer, aunque no lo sea mas que por su propia soledad; al igual que yo, no esta abierta a otras opciones y por eso seguimos juntos, aunque no demasiado.

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Volvió a mirar las lanchas. Así paso largo rato hasta que noto que estaba a punto de amanecer, había fumado una cajetilla entera y sentía en el pecho una presión extraña, no provocada del todo por el tabaco. A pesar de su deseo de volver a ver a Laura, jamas miro hacia atrás, se concentro en pasar la noche viendo el horizonte, aguantando las ganas de llorar por lo incompleto que se sentía, por la falta de sentido en su vida. Tenia un trabajo que lo hacia medianamente feliz, una pareja no estable, pero si a la que se le había entregado del todo como en un principio, un puñado de ilusiones que no iban tan lejos como el había soñado un año antes y muchas ganas de seguir adelante, aunque no sabia como.

Comentarios

  1. Hay lugares que son santuarios personales, sí, y lo duro es que son esos lugares la verdadera deriva y el verdadero extravío. Frente a un paisaje que se mueve, sobre un punto que aparentemente no se mueve, y con las emociones hechas mástil pero la realidad tan distinta. Nostalgia, por esos lugares que ya no son.

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