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Sueño (parte 1)

JUEVES.

El estaba sentado en la playa.
Ella se acerco llorando y se sentó junto a el.

-¿Te molesta un poco de compañía?
-Adelante -contesto sin siquiera desviar la vista de las lanchas flotando en la oscuridad.
-Mi novio es un...

No terminaba la frase cuando la interrumpió:
-No estoy para ser paño de lágrimas de nadie, si acaso, necesito uno -hizo el gesto de levantarse mientras lo decía, pero ella lo detuvo.
-Disculpa mi educación -le dijo, cambiando un poco el llanto por una leve sonrisa-, no tuve ni la decencia de presentarme. Soy Laura, ¿y tu eres..?
-¿Que importa? Alguien que no necesita nombres. Ni darlos ni recibirlos.
-Debes tener un nombre -dijo.
-Dije "necesitar", no "tener". Lo tengo, mas no lo necesito.
-¿Que haces aquí solo? -insistió un poco molesta porque el no había volteado a verla ni una vez-. ¿No tienes donde dormir?
-¿Lo dices por mi ropa y mi barba? Se que parezco un indigente pero no lo soy. Estoy aquí solo, o lo estaba, porque tengo un trabajo que no me gusta de día, y por la noche escribo. Salgo a este lugar buscando inspiración casi diario.
-¿Que escribes? -pregunto mientras tomaba su cuadernillo de notas, intentando leerlo-. ¿Poemas y canciones de amor? Ahorratelos, el amor no existe.

En ese momento, por primera vez, el desvió su mirada hacia ella para arrebatarle el cuaderno. Toda su molestia por el atrevimiento desapareció al verla. Una mujer delgada, de piel morena, ojos inmensos y una delicadeza inexplicable. Un vestido lila, corto y muy ceñido delineaba la barbaridad de su cuerpo y delataba la ausencia de un sostén; los tacones en la mano hacían saber que tal vez tenia rato caminando por la playa o había corrido. Estaba cansada, con la mirada triste, lo cual despertó su instinto de protección y se quedo mirándola un par de minutos sin decir nada.

-¿Por que me ves así? -le dijo con una sonrisa.
-¿Por que llorabas? -replico-. De verdad debe ser un imbécil.
-Solo cuando le pones atención -volvió a sonreír, esta vez con un poco mas de ganas-. Me engaño con su "mejor amiga". Y al parecer, tenia ya tiempo haciéndolo. Y yo la trataba casi como amiga mía por ser tan idiota como para confiar en el.  Teníamos tanto tiempo juntos que yo ya tenia llave de su departamento; el tendría que haber estado trabajando y a mi se me ocurrió la grandiosa idea de darle una sorpresa, esperándolo con una cena romántica y velas y vino y de paso arreglar un poco porque es un cerdo, que siempre tiene todo lleno de platos sucios y basura. Cuando entre, no escuche nada, pase directo a la cocina y alguien cerro la puerta del baño; me asuste mucho, tome un sartén y me asome; ahí estaba ella, justo frente a mi, totalmente desnuda, inmóvil, haciéndose una cola con una de mis ligas. Tire el sartén al suelo y...

El llanto no la dejo hablar mas, no pudo evitar acercarse a el y el no pudo evitar abrazarla, aunque confundido por no saber que hacer.
Estuvo en silencio por mucho tiempo, y al cabo de un rato el llanto ceso y solo suspiraba; recosto su cabeza en las piernas de el. Sin saber como reaccionar ante esto, se dedico a acariciar su cabello sin poder pensar en nada que no fuera ese momento, que no fuera ella. "¿Que estas haciendo?" -pensaba. "¿Que esta pasando?".
-Yo solo venia a escribir -le dijo en voz baja, cerca del oído-. No se como llegamos a esto, pero no quiero que malinterpretes nada; no tengo intenciones de conocer a nadie.

El intento fue inútil, ella dormía en sus piernas. Por un momento pensó en levantarse e irse de ahí, pero no podía dejarla sola, dormida en la playa, "algo podría pasarle" -pensó. Con mucho esfuerzo y muy suavemente la tomo en sus brazos y camino hacia su departamento. Al abrir la puerta, ella abrió los ojos ligeramente.

-¿Donde estamos? -Pregunto todavía casi dormida-. ¿Que hora es?
-Las dos de la mañana -respondió-. Estamos en mi departamento, pero no te preocupes, no voy a intentar nada, puedes dormir aquí; tengo un sofá en el que puedo pasar la noche y tu te quedas en la cama. Mañana puedes irte temprano.
-No -dijo ella, mientras la recostaba-. Quédate conmigo, abrazame, por favor. No busco nada mas, solo necesito que me abraces, hace mucho que un hombre no me hace sentir segura.
"¿Que estas haciendo?" -se dijo a si mismo, al tiempo que la abrazaba por detrás-. "No puedes dejar que esto pase".
-¿Prefieres que te lleve a tu casa? No tengo sueño y no es tan tarde.
No obtuvo respuesta, de nuevo ella dormía. Espero un poco mas con la intención de moverse al sofá, pero cada vez que lo intentaba, ella se aferraba con mas fuerza a su brazo e intentaba decir algo que el sueño no dejaba salir de su boca.

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VIERNES.

Al despertar, ella no estaba a su lado, una sensación entre felicidad y tristeza lo invadió. Tal vez había sido todo un sueño -muy real-, provocado por la mariguana del día anterior. Ya no se sentía amenazado por el riesgo de conocer a alguien tan hermosa de quien podría facilmente enamorarse hasta el mas frío de los hombres. Pero tampoco sentía la ilusión de recomenzar una historia que había ya cerrado, llena de detalles y sentimientos que daba por muertos. "¡Laura no existe!" -grito con felicidad.

Se levanto de un brinco, se quito la ropa y entro al baño; ahí la encontró, desnuda, viéndose al espejo.
-¿Que no tocas la puerta? -grito ella tomando una toalla para cubrirse.
-¡Es mi casa! -respondió-. ¿Por que habría de tocar? ¿Que haces aquí?
-¡Sal, necesito vestirme!

Unos minutos después ella salio del baño, el la esperaba -vestido de nuevo- con dos tazas de café. Se sentó frente a el y se mantuvieron en silencio hasta que sus tazas estuvieron vacías.
-Disculpame -le dijo a punto de reír a carcajadas-. Pensé que te había soñado y estoy acostumbrado a vivir solo, por eso entre así.
-Disculpame tu, debí irme temprano. De hecho, no debería haber pasado la noche aquí, aunque te agradezco que no te hayas aprovechado.
-No soy esa clase de persona. Al menos ya no.
-¿Antes si?
-Si, antes lo hubiera hecho sin dudar, pero he cambiado. ¿Quieres mas café?
-No, gracias, voy a comer algo en un restaurante de ensaladas en el centro que me gusta mucho. Ya debería irme.
-Si, tal vez seria mejor. Aunque... No se si tenga mucho sentido, pero me gustaría que volvieras.
-¿Aqui? -pregunto un poco sorprendida.
-No, no, a la playa. Voy al rededor de las diez y me siento en ese mismo lugar todos los días, aunque siempre solo, hoy me gustaría, por primera vez, tener una conversión con alguien. Lo de anoche no cuenta, estabas llorando y solo cruzamos un par de palabras. Tal vez pueda tomar algunas notas.
-Te veré ahí -dijo levantándose-. Gracias de nuevo.

La tarde transcurrió normal. El fue al trabajo, ella a la universidad, el paso el día pensando que había sido un error dejar a alguien irrumpir así en su vida de auto exilio, pero con un poco de ilusión por haber conocido a alguien necesitada -al igual que el- de compañía. Ella lloro toda la tarde por su amor traicionado, mientras rechazaba todas las llamadas que recibía, sabiendo que podía ser su novio, con alguna explicación estúpida, que acabaría por entender, perdonandolo y volviendo a su lado. Por estúpido que fuera, el era su único amor y no imaginaba -ni conocía-, otra vida que no fuera con el.

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