Esa tarde el no tuvo mucho, se sentó como siempre, pidió una cerveza como siempre y encendió un cigarrillo... El tipo al otro lado de la barra tomose la libertad de preguntar "¿espera a alguien, amigo?" Respondió asintiendo con la cabeza y siguió pensando: "Somos nosotros los locos... No puede ser de otra manera... El tipo que veo pasar todos los días por la ventana de mi oficina no puede estar loco. Es cierto que pasa hablando solo, cantando, bailando, desaliñado, sucio... Pero, que no nacimos desnudos? Que no llegamos al mundo solos? El no necesita un amigo para contar sus penas, no necesita música para cantar, ni una pareja para bailar, no tiene complejos. Los prejuicios nos hacen vestirnos, y aun peor, buscar vestirnos mejor que cualquiera. Esa falsa moral con que nos educaron es la que provoca que si cantamos por la calle, o bailamos, no importa cuanto nos guste, se piense au tomáticamente que estamos locos." El bar tender insistió "¿la misma pe...