Se despertó caliente, con una erección de los mil demonios que haría salivar a la exesposa. Llevó la mano al short, acariciando como si de un cañón se tratase; sintió la sangre bombear más fuerte, más rápido, más rico. Pensó en todas las que han pasado por esa cama "nueva" desde que compró el colchón. ¿Quién lo estrenó? No recuerda. ¿Cuál fue la última? No sabe. Esta puñeta le estaba costando tanto, a pesar de la preparación del falo, de haber amanecido listo para ella, que no lograba concentrarse y eyacular. El corazón no se lo permitía. Es él quien está triste, es él quien necesita el estímulo. ¿Cómo le haces una puñeta al corazón? ¿Cómo le alivias el peso y lo dejas listo para dormir? ¿Cómo lo preparas para un día más de rutina? Abrió la boca grande como si midiera el puño. Sus dientes están en el camino. Los labios son cosa fácil; se abrieron al primer empujón. Los nudillos descarnaron dejando cachos en los colmillos. Detrás, la lengua es húmeda, se retuerce y se enrosc...