De pronto me sorprendí en mi escritorio, tecleando pedidos y pidiendo pagos y esperando las comisiones, con camisa de cuello y zapatos de vestir. Contestando el teléfono a un cliente para confirmar la entrega de su mercancía. Con mi mujer esperando en casa para cenar y mi hijo enojado por que lo despertaron de su siesta de la tarde.
Mi moto me espera allá afuera de la oficina para llevarme de vuelta a ver una película en el cuarto de televisión de la casa que compré.
Yo, el que no iba a crecer ni a cambiar y que, por ningún motivo iba a permitirse ser algo que no quisiera. El que se iba a morir en los late twenties de algo horrible provocado por drogas, alcohol, velocidad, quiensabeques de furia.
Que quede claro que estos zapatos, esta camisa, esta oficina, este pelo corto y estas mejillas afeitadas y esta vida entera y completa no son traiciones.
Ajusté el mundo a mi y el mundo se ajusto a lo que yo fui queriendo, conforme fui entendiendo que quería/necesitaba y hoy, a mis 31 años, debo decir que me mantuve dentro de mi visión, fiel a lo que quise, jugando como pude y que soy completapinchemente feliz.
Mi moto me espera allá afuera de la oficina para llevarme de vuelta a ver una película en el cuarto de televisión de la casa que compré.
Yo, el que no iba a crecer ni a cambiar y que, por ningún motivo iba a permitirse ser algo que no quisiera. El que se iba a morir en los late twenties de algo horrible provocado por drogas, alcohol, velocidad, quiensabeques de furia.
Que quede claro que estos zapatos, esta camisa, esta oficina, este pelo corto y estas mejillas afeitadas y esta vida entera y completa no son traiciones.
Ajusté el mundo a mi y el mundo se ajusto a lo que yo fui queriendo, conforme fui entendiendo que quería/necesitaba y hoy, a mis 31 años, debo decir que me mantuve dentro de mi visión, fiel a lo que quise, jugando como pude y que soy completapinchemente feliz.
Qué satisfacción tan más chingona, esa de andarse sin medias tintas y ser cambio con el cambio para permanecer esencia.
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